El Presidente de la República frecuentemente interpreta la realidad a su modo, observa el acontecer diario desde un punto de vista singular, construye narrativas que se ajustan a la visión que él tiene de México y el mundo, impone su lógica y sus criterios para evaluar los hechos.
Esta realidad alternativa y paralela contrasta con lo que muchos de nosotros vemos, su retórica está por encima de los datos, cifras y estudios que contradicen sus planteamientos.
Dijo que la Guardia Nacional aprobada por unanimidad en el Congreso era en esencia lo que él pidió, cuando en realidad fue producto de las negociaciones con los grupos opositores PAN, PRI, PRD y MC, así como resultado de incluir las propuestas de las organizaciones civiles que participaron en Parlamento Abierto.
La propuesta de AMLO era absolutamente militarizada, pero se vio obligado a llegar a acuerdos con el bloque opositor en el Senado, ya que de no hacerlo la Guardia Nacional hubiera sido rechazada, sin posibilidades de presentarla nuevamente hasta el siguiente periodo legislativo, lo que le habría significado una grave derrota en un tema crucial y prioritario.
Por otra parte, el Presidente ha mencionado reiteradamente que de acuerdo a sus datos, la economía del país va bien, que tenemos una economía fuerte y sin déficit, que vamos a crecer al 4% anual, sin embargo, las calificadoras internacionales y el Banco de México refieren expectativas de crecimiento menores al 2% por la incertidumbre y los costos políticos y financieros de las decisiones que ha tomado este gobierno.
Las consultas a modo para la cancelación del aeropuerto de Texcoco y la aprobación de sus proyectos de infraestructura como el tren maya, la refinería de Dos Bocas, el tren transístmico y la construcción de la termoeléctrica en Morelos, son para él la expresión de la “voluntad del pueblo”, a pesar de la escasa participación y la falta de metodología y rigor técnico con que se han llevado a cabo.
AMLO también vive una realidad virtual en la aprobación de la reforma constitucional para la supuesta “eliminación del fuero” del Presidente, pues se dice que el titular del Ejecutivo federal ya no tendrá este privilegio y en realidad su iniciativa sólo aumenta el número de delitos por los que éste puede ser juzgado, previa eliminación del fuero. Luego, entonces, el fuero sigue vigente.
Recientemente en las cartas enviadas al rey Felipe VI y al Papa Francisco, solicitó la disculpa de la Corona española y de la Iglesia católica, por los abusos cometidos en contra de los pueblos originarios durante la conquista, hace casi 500 años, sin embargo ha manifestado expresamente que no formulará ningún reclamo al gobierno de Donald Trump por las expresiones ofensivas y racistas en contra de los mexicanos a los que frecuentemente se refiere como narcotraficantes, delincuentes, “bad hombres” y la maldita frontera.
Tal parece que estamos viviendo el cuento del “Traje del emperador” de Andersen, en el que el gobernante y su base electoral admiran y aplauden un “ropaje” que simplemente no existe.
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