viernes, abril 26, 2024

Senadora Xóchitl Gálvez Ruiz presenta una iniciativa que adiciona el artículo 149 Quáter al Código Penal Federal

 

Intervención de la senadora Xóchitl Gálvez Ruiz, al presentar una iniciativa que adiciona el artículo 149 Quáter al Código Penal Federal

Con su permiso señor Presidente.

Compañeras y compañeros legisladores:

Una muy elocuente frase del doctor Nelson Mandela señala que “nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su origen o religión”, ¡y qué cierta es!

El odio, el racismo o el rechazo son sentimientos que se aprenden y crecen como resultado de la ignorancia y el prejuicio.

Contrario a lo que se piensa, estas conductas se reproducen en todas las esferas de la vida social: en la familia, la escuela, la calle, en los medios de comunicación, las redes sociales, incluso en la iglesia y en las organizaciones sociales.

En las condiciones más extremas, estas expresiones son susceptibles de manifestarse cuando se incita a la violencia o se recurre a ella de manera directa.

El miedo, la ignorancia, la xenofobia y la sospecha conducen a actos de violencia social que, en muchos casos, pueden acabar en linchamientos o persecuciones a personas inocentes.

En otras ocasiones, la incitación de la justicia por propia mano, como consecuencia de la extrema sensibilidad de los ciudadanos ante el abuso de autoridad, la impunidad y la corrupción.

Ciertamente, la historia de la humanidad registra episodios de odio y violencia de los que nos sentimos profundamente avergonzados.

Cada día nos despertamos con la sorpresa de un nuevo acontecimiento, en donde la exclusión o la intolerancia han cobrado víctimas.

A veces son migrantes mexicanos o centroamericanos las víctimas de la violencia; otras, el sacrificado es el mexicano residente en Estados Unidos.

Cualquiera que sea el motivo, racismo, ideología, creencia religiosa, color o, simplemente, la sospecha de que se cometió algún delito, el discurso del odio cobra víctimas todos los días.

Se agravia a quien tiene otro color de piel. Se mata en nombre de un dios. Se asesina por venganza ideológica. Se priva de la vida creyendo hacer justicia por propia mano.

Cuando se trata de conductas muy enraizadas en las personas, difícilmente puede lograr contenerse por medio del diálogo o la educación. Por ello, es necesaria la actuación del Estado.

Acción coactiva para castigar a quienes ejercen la violencia y a quienes la incitan, porque esos crímenes de odio llevados a cabo en masa lo han sido quizá por arenga pública.

Nadie puede soslayar el hecho de que el discurso segregacionista de Donald Trump ha generado innumerables actos de discriminación y violencia en contra de ciudadanos hispanos.

Pero aquí, en México, la intolerancia también se ha incrementado de muchas formas.

Se incita a la violencia cuando se señala al “malo” de la comunidad como ladrones, robachicos o presuntos delincuentes.

Se induce a la violencia cuando con un discurso maniqueísta se niega o se burla la diversidad política o cultural. Se incita a la violencia cuando a los grupos mayoritarios se les desconocen los derechos legítimos a disentir.

Estos meses hemos visto actos de violencia en contra de estudiantes de la UNAM, linchamientos en contra de personas a las que se consideró secuestradores y se apuñaló a un aficionado por la lucha entre barras de futbol que se odian y agraden de manera continua.

Esta iniciativa tiene la finalidad de castigar de manera específica los delitos producto del odio o de incitación a la violencia por razones de odio.

Agredir por odio no es lo mismo que discriminar, por ello es relevante incorporar al Código Penal estas lamentables conductas que cada día vemos con más frecuencia: actuar por odio e incitar a la violencia por razones de odio.

Por ello, en el Grupo Parlamentario de Acción Nacional vamos a tomar la delantera. Pongamos freno a quienes hacen uso de la violencia, la incitan de manera dolosa en contra de aquellos que son diferentes. Pongamos freno al odio y a la discriminación. Pongamos freno a la polarización social de los buenos y los malos.

La permisividad a la violencia degrada la democracia y a la humanidad misma. Daña a quienes se encuentran más expuestos al racismo, la discriminación social, cultural y económica, racial, la xenofobia, el disenso político y otras formas asociadas a la intolerancia.

Los agraviados son los refugiados, la población migrante, los indocumentados, los ciudadanos de pueblos indígenas, entre otros.

Si no detenemos el odio y la violencia no impediremos que crezca, y corremos el riesgo de dejar surgir aquella parte oscura de nuestra historia, cuyos capítulos no deseamos repetir, ni en México ni en el mundo.

Muchas gracias.

 

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