jueves, abril 18, 2024

Senadora Alejandra Reynoso Sánchez presenta el posicionamiento del GPPAN al dictamen por el que se aprueba protocolo modificatorio al T-MEC

Intervención en tribuna de la senadora Alejandra Reynoso Sánchez para presentar el posicionamiento del GPPAN al dictamen de las comisiones unidas de Relaciones Exteriores, de Relaciones Exteriores América del Norte, de Puntos Constitucionales, de Economía y de Trabajo y Previsión Social, por el que se aprueba el protocolo modificatorio al Tratado entre los Estados Unidos Mexicanos, los Estados Unidos de América y Canadá y, además, dos acuerdos paralelos, firmados el 10 de diciembre de 2019 en la Ciudad de México.

 

 

 

Con su permiso, Presidenta.

Este gobierno es el más neoliberal de los últimos años.

En el Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional en ese Senado estamos a favor de cualquier acción que tenga por finalidad darle certidumbre económica a México, proveer de un clima favorable a la inversión, favorecer la generación de empleos y fortalecer la ruta de coexistencia e integración con los países de América del Norte, que además hay que decirlo, en 25 años han generado oportunidades, estabilidad y desarrollo del país, certidumbre económica que le urge a nuestro país.

Estamos a favor de la aprobación de este Protocolo Modificatorio del Tratado entre los Estados Unidos Mexicanos, los Estados Unidos de América y Canadá, porque sí es un instrumento clave la economía de los tres países y porque también es congruente con el voto que emitimos el pasado mes de junio cuando aprobamos este instrumento comercial.

Decidimos hoy nuestro voto, reflexionando y pensando por la agroindustria de nuestro país, por las mercancías textiles y de vestido; por el comercio digital; por las pequeñas y medianas empresas; reflexionamos también y pensamos por la industria automotriz, por la industria aeronáutica, tan sólo por mencionar algunas industrias.

La situación económica del país exige decisiones de Estado, acciones que trasciendan el ámbito político- electoral, determinaciones que sólo tengan en mente los intereses nacionales; esta, esta es la congruencia de Acción Nacional, ha sido y seguirá siendo y siempre seguiremos poniendo por delante el interés superior de la nación.

Sin embargo, esto no cancela la posibilidad de señalar lo que se hizo mal en este proceso de negociación y sus resultados: hay muchos elementos de este protocolo, de su negociación, de los tiempos, de las formas que adoptó; de las disposiciones que incorpora, de las implicaciones de algunas de ellas, con los que en definitiva no podemos estar de acuerdo.

Para empezar, la discusión la estamos teniendo tan sólo unas horas después de que se diera a conocer la versión en español del texto suscrito por las autoridades comerciales de los tres países.

Mucho se ha mencionado un hecho inaudito único país, todas las fuerzas políticas en Palacio Nacional, representantes de las cámaras empresariales, todas las dependencias del Gobierno federal presenciando la firma de un Protocolo Modificatorio, sin duda, sin duda es un hecho inaudito porque jamás en la historia se había atestiguado la firma de un documento que nadie conocía.

Es lamentable que hasta tener el dictamen hoy en las comisiones unidas entonces nos enteremos que además del Protocolo Modificatorio había dos acuerdos paralelos firmados antier en la Ciudad de México, tanto que el dictamen que se había circulado se tuvo que modificar porque resulta que no estaban consideradas las dos cartas paralelas. Por el apartado denominado “consideraciones de orden específico” sabemos ahora que durante el curso de las negociaciones del Protocolo y previa la suscripción del mismo, nuestro país combina una serie de emprendimientos para la implementación de algunos de los compromisos previstos en el T-MEC.

Y sí estamos hablando de dos acuerdos paralelos en el Protocolo Modificatorio, el primero se refiere a temas ambientales que los Estados parte del T- MEC deberán observar; el segundo en materia de cooperación ambiental y verificación aduanera, ambos acuerdos suscritos el 10 de diciembre pasado y que obligan únicamente a nuestro país y a los Estados Unidos de América.

Estamos firmando un cheque en blanco, porque no conocemos el contenido ni los alcances de dichos acuerdos. Es vergonzoso y lamentable que al Senado se le exija examinar una serie de compromisos de la mayor relevancia de México en apenas unas horas; no es digno para nuestro país, no es digno para el Senado, no es digno para México, no es digno para quienes generan millones de empleo, no es digno para la opinión pública.

Estamos aprobando un documento al vapor sin haber tenido la oportunidad de discutir sus implicaciones con los expertos, sin haber generado espacio para escuchar al empresariado y, especialmente, a los sectores potencialmente afectados por el cambio de reglas.

Sin duda, es mejor tener este acuerdo que ninguno, pero es sumamente irresponsable desempeñar nuestro papel como instancia encargada de la aprobación de instrumentos internacionales bajo la prisa, bajo la presión por el fin de un período legislativo y con reservas sobre lo negociado por el gobierno de México.

Y es que las reservas se fundan en la certeza de estar frente a un proceso negociador deficiente. Lo que tenemos hoy es el resultado de un compromiso que hizo el presidente López Obrador con el Partido Demócrata y que se remonta a la carta fechada el 14 de octubre, que dirigió a Richard Neal, presidente del Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, luego de una conversación que tuvieran ambos en Palacio Nacional unos días antes, el 8 de octubre.

En ella, el Presidente se atribuye la reforma laboral y su implementación como un logro propio y una oferta de campaña, lo cual a todas luces es falso.

¿Qué pensará el congresista cuando vea el próximo año y que lo que aquí comprometió el Presidente no está cumplido? ¿Qué dirá este congresista, no será que quieran hacer otra modificación al Protocolo Modificatorio?

Cuando hoy le preguntaba al subsecretario para América del Norte este tema, le preocupaba más saber si estaba autorizada la publicación de esta carta que el contenido de ella.

Además, tomó una serie de decisiones incluidas las presupuestales para satisfacer las demandas de grandes sindicatos que apoyarán a los demócratas en elección de noviembre próximo.

Aún más grave, esta carta que apenas fue difundida por algunas redes sociales, y que está en el espacio del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes, y ustedes pueden tener acceso, compromete gravemente la soberanía nacional al señalar que su gobierno no tiene reservas respecto a implementar mecanismos que permitan el cumplimiento de lo aquí asentado.

Con ello, abre la puerta la intervención directa de los sindicatos estadounidenses. Lo que hoy tenemos como anexos del Protocolo en materia de controversias laborales es producto directo de la generosa oferta del presidente López a los sindicatos estadounidenses.

Hay varias voces, hay varios actores clave que fueron desplazados por el equipo negociador del Gobierno federal en este proceso.

En primer lugar, quienes acompañaban desde la renegociacion del TLC, los del cuarto de junto, que al parecer no conocieron sino hasta el último momento los compromisos y las concesiones del gobierno.

En segundo lugar, la Secretaría de Economía que prestó todo el apoyo profesional necesario, pero que no tuvo el liderazgo de la negociación, muy a pesar de su alto perfil técnico.

En tercero, nosotros como senadoras y senadores quienes hasta el domingo pasado comenzamos a recibir información oficial, insuficiente por cierto, de parte de los funcionarios responsables.

Una vez más México ha vivido un proceso diplomático secuestrado entre los intereses político-electorales de los republicanos y demócratas en Estados Unidos, con poco margen de maniobra y desprovistos de propuestas y de tiempo para contrarrestar las imposiciones externas.

Las concesiones que hicimos a los Estados Unidos son desmedidas. El protocolo puede ser bien visto, pero en buena medida es el resultado de dos exigencias inaceptables que no pudieron ser neutralizadas, por un lado, la laboral por parte de los demócratas muy cohesionados alrededor de los intereses de Richard Duncan, presidente de la mayor corporación sindical de Estados Unidos, quien es muy buen amigo de un senador, que también ve bien, con buenos ojos el impulso a la reforma en materia de outsourcing, no tanto por buscar el bienestar de los trabajadores, sino con fines del control sindical.

Por el otro lado, la del acero por parte de los republicanos, algunos preocupados genuinamente por la industria automotriz estadounidense en sus distritos, pero otros más bien al servicio de la industria acerera estadounidense.

Sobre los contenidos concretos de ambos rubros abundan las preguntas. ¿por qué establecer mecanismos específicos de resolución de controversias en el ámbito laboral en un anexo 31A y 31B en lugar de incorporarlos a las enmiendas y fortalecer capítulo 31 de solución de controversias?

Si a Estados Unidos le interesaban esos anexos, México debía haber propuesto otros para equilibrar el piso de la negociación, ¿no le hubiera a México interesado establecer mecanismos de respuesta rápida para resolver asuntos como los del tomate, los del transporte y otras controversias comerciales que se demoran meses o a veces años?

En materia laboral los Estados Unidos no necesitarán evidencia fehaciente de la existencia de violaciones a determinados derechos a la libre asociación y sindicación, bastará con que tengan creencias de buena fe, testimonios anónimos y la presunción de que estas violaciones estarían vinculadas al comercio internacional.

Mientras la investigación sobre el hecho reclamado se desarrolle, el reclamante puede reemplazar la liquidación final de los saldos en cuentas aduaneras, y esta moratoria podría afectar indebidamente a industrias específicas hasta por 45 días.

Esto significa que habrá una facilidad enorme para llevar casos ante los páneles y esto quiere decir mayores gastos por parte de las empresas, mayor incertidumbre y costos en materia de productividad.

El T-MEC, sin duda, será todo un reto para la industria siderúrgica nacional, para ampliar su capacidad productiva en mediano y largo plazo; reiteramos: el objetivo del acuerdo comercial es loable, pero los medios para llegar a él han sido bastante cuestionables y no se diga cuán controvertible son varias disposiciones para nuestro país, para el desarrollo de la industria, para la competitividad de sus empresas y, desde luego, para el establecimiento de un mecanismo que reduzca y modere las asimetrías entre los países miembros.

El PAN votará a favor de este Protocolo, pero lo hará a sabiendas de la delicada posición en la que el gobierno de México ha puesto al Senado de la República (inaudible) al Capitolio estadounidense y el Parlamento canadiense, mientras estos órganos legislativos  examinarán el instrumento con todos los medios a su alcance, garantizando la protección de sus intereses nacionales y estudiando, ponderando y anticipando los distintos efectos de cada una de sus disposiciones, nosotros lo hacemos deprisa, contando los segundos ante el desvelo y el ajetreo.

Señoras y señores senadores, tenemos frente a nosotros una tarea de la mayor relevancia: romper este círculo vicioso de la lastimosa pérdida de soberanía y de la dignidad nacional frente al vecino hegemónico.

Las nuevas reglas de la coexistencia con Estados Unidos y Canadá no nos satisfacen, no están a la altura de los retos que compartimos, de nuestra historia común y de la gran interacción entre nuestras sociedades, pero sobre todo no están a la altura del reconocimiento de la importancia de México para la estabilidad y la prosperidad de América del Norte, ésa es sin duda una de las asignaturas reprobadas del gobierno actual.

Este Senado, como responsable de la política comercial de México, no se puede quedar de brazos cruzados, no podemos ser sólo entes pasivos a la orden del Ejecutivo, debemos de tener una participación más activa, es nuestro deber y responsabilidad, es por el bien de México.

Concluyo: ponemos a consideración de las fuerzas políticas de este Senado de la República las siguientes líneas de acción:

En principio, coincidimos con que se pueda hacer un comité, una comisión plural que acompañe el seguimiento a la implementación del T-MEC, pero hay que decirlo, una que sí funcione, no como la que se aprobó y que nunca se reunió.

Solicitar al Poder Ejecutivo el establecimiento de un programa de incentivos que eleve la competitividad de la industria acerera del país.

Realizar acciones legislativas correspondientes para que el país cuente con las leyes que permitan cumplir con los elementos establecidos en el tratado.

Vigilar que la autoridad esté preparada para cumplir con las obligaciones contenidas en los siete instrumentos internacionales en materia ambiental, de conservación de los acuerdos paralelos, garantizar la implementación de la reforma laboral en México, el 80 por ciento de los términos del protocolo modificatorio corresponden a esta materia.

Por supuesto, como siempre llevan prisa, llevan prisa y no precisamente para el bien del país, exhortamos entonces a los grupos parlamentarios a suscribir esta agenda mínima de temas para darle viabilidad a un acuerdo que nos impone enormes retos, es por el bien de México y ojalá, con la prisa que llevan, con la prisa que llevan y con los chiflidos que tienen, se preocuparan un poco más por nuestro país.

Es cuanto, Presidenta.

ooOoo

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