Intervención del senador Marco Antonio Gama Basarte, durante el análisis del Primer Informe de Gobierno en materia de política exterior.
24 de septiembre de 2019
Versión de la intervención de senador Marco Antonio Gama Basarte, durante el análisis del Primer Informe de Gobierno en materia de política exterior
Con su permiso, presidenta.
Ha llegado el momento de evaluar la política del Gobierno federal y los resultados son sumamente desafortunados.
Para el presidente la mejor política exterior es la política interna, por ello es que los programas sociales clientelares se expanden por decreto con recursos de los mexicanos, sin la autorización del Senado, a los países de Centroamérica.
Durante los primeros días del actual gobierno fue llamado como Acuerdo para el Desarrollo Integral del Sur de México y Centroamérica, en el que supuestamente Estados Unidos aportaría recursos económicos.
Meses más tarde se confirmaría que no sería un acuerdo, que se llamaría Plan de Desarrollo Integral, que Estados Unidos no participaría y que el presidente de México asignaría recursos de los contribuyentes mexicanos para expandir su política interna, mal llamada política exterior.
Todo ello al margen de esta soberanía, quiénes somos responsables de aprobar los tratados internacionales y, con mayor razón, cuando se comprometen recursos de la hacienda pública nacional, como ya se ha hecho con Honduras y El Salvador.
En este país se vale que el presidente invite a migrantes centroamericanos a México, a los que les ofrece salud, educación, empleo y bienestar, provocando así la llegada de las mayores oleadas de migrantes y generando la mayor crisis humanitaria, desbordando la frontera sur y la frontera norte de México.
Unas semanas más tarde por instrucciones del presidente de Estados Unidos, de Donald Trump, el presidente les envía a estos migrantes a la Guardia Nacional a las fronteras para detenerlos. para encerrarlos o para impedirles su salida del territorio nacional para que, con recursos de los mexicanos, se deporten y se repatrien a sus lugares de origen.
Frente a las constantes masacres que se han dado en nuestro país, en Veracruz y en todo México, el presidente prefiere culpar a quien sea para sacudirse la responsabilidad de los ríos de sangre que corren por todo el territorio nacional, pero le permite a Donald Trump mentirle a los americanos diciéndoles que los mexicanos estamos invadiendo a su país, para que después los supremacistas blancos, xenófobos y racistas salgan con sus rifles a las tiendas de autoservicio para dispararle sin piedad a civiles inocentes. Y es entonces que se indigna y les llama terroristas a quienes matan mexicanos en Estados Unidos, pero a los que hacen lo mismo en México los invita a reflexionar, a cambiar y a no hacer sufrir a sus mamacitas.
Así pasa: en el país en el que vive el presiente y que es muy distinto al que vivimos todos los mexicanos.
En su primer informe, el presidente señala que en la política exterior de México hay una recuperación de los principios, pero en los hechos hemos podido constatar que ignora que el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos también son parte de esos principios, y que la igualdad jurídica de los Estados le obliga a defender a México ya los mexicanos de los insultos, amenazas y mentiras.
Hemos constatado que al presidente no le interesa ejercer la jefatura del Estado y la representación de México en el exterior, prefiere que sean otros los que asistan y delegar tan importante tarea constitucional en sus representantes, evitando con ello la presencia y la representación, al más alto nivel, en los eventos internacionales a los que convocan a nuestro país.
Esta actitud lamentablemente aísla más a México y, en consecuencia, a los mexicanos; el presidente instruye diseñar, formular y ejecutar una política exterior basada en una realidad que ya no existe, que sólo está en su mente, para que México se conduzca por el mundo bajo el principio de no intervención y de autodeterminación de los pueblos, para proteger a sus aliados dictadores y usurpadores, como el caso de Venezuela, mientras el pueblo venezolano atraviesa por la mayor crisis humanitaria que los obliga a dejar sus lugares de origen, porque no tienen qué comer.
Por eso no le importa al presidente, eso no lo ve, lo llama actuar con neutralidad, pero en esa falsa neutralidad invita al violador de derechos humanos, Maduro, a la fiesta democrática mexicana de toma de protesta presidencial, lo defiende en la OEA, desconociendo e instruyendo votar en contra de reconocer al representante de la Asamblea Nacional, la única institución democrática que queda en Venezuela, y le recibe las cartas credenciales del embajador de Maduro en México, quien no siguió y tampoco cumplió el proceso parlamentario que exige la Constitución para quienes ejercen la representación del Estado venezolano en el exterior.
Todo ello apunta a que la política exterior del presidente busca darle oxígeno a una facción inconstitucional, encabezada por el represor Nicolás Maduro.
En eso se resume la supuesta neutralidad y la política interior disfrazada de política exterior, en este primer año de gobierno de la mal llamada cuarta transformación.
Es cuanto, senadora presidenta.
ooOoo