Intervención en tribuna del senador Marco Antonio Gama Basarte, al presentar punto de acuerdo que exhorta al titular del Poder Ejecutivo Federal para que remita a esta Soberanía un informe sobre la omisión de resultados importantes en temas sensibles para la sociedad mexicana e indique cuáles serían las acciones inmediatas para su atención en los rubros de seguridad pública, salud, empleo y economía.
3 de septiembre de 2019
Versión de la intervención en tribuna del senador Marco Antonio Gama Basarte, al presentar punto de acuerdo que exhorta al titular del Poder Ejecutivo Federal para que remita a esta Soberanía un informe sobre la omisión de resultados importantes en temas sensibles para la sociedad mexicana e indique cuáles serían las acciones inmediatas para su atención en los rubros de seguridad pública, salud, empleo y economía
Señoras y señores senadores, hago uso de la voz para presentar el punto de acuerdo acerca del Primer Informe del Poder Ejecutivo federal que mandata realizar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pero que lamentablemente no ocurrió, porque como suele pasar, el presidente Andrés Manuel López Obrador “tiene otros datos” y, de entrada, según su visión, no se trató del Primer Informe sino del Tercero.
Y en el colmo del solipsismo, no lo rindió a través de un diálogo republicano ante la representación política del pueblo de México, es decir, el Poder Legislativo, y en cambio, prefirió encerrarse en las cuatro paredes de Palacio Nacional y lanzar un monólogo a sus subordinados.
Así, sin banda presidencial, sin la presencia de quien piensa distinto a él, sin la formalidad constitucional y sin nada nuevo que decir, el d ía primero de septiembre ayer al presidente se le hizo tarde y la mañanera en la que repite lo mismo, comenzó a las 11 del día.
Es una buena manera de describir el primer informe. Una mañanera tardía.
En los temas más delicados para las familias mexicanas, el mensaje del presidente López Obrador daría risa, si no causara pavor por la irresponsabilidad cuando dice cosas como las siguientes: “Si hay un niño enfermo y no hay medicamento que los doctores lo compren”.
O hablando de economía, cuando dice “el crecimiento ya la competitividad no tiene sentido en sí mismos”.
Esta aseveración es además profundamente irresponsable y peligrosa, porque todos sabemos las consecuencias de despreciar el crecimiento económico: primero, sostener el gasto público con deuda, que vengan devaluaciones y crisis económicas que siempre le pegan a los más vulnerables.
Pero lo peor de todo, es que la expresión es cínica, porque la dice un hombre que prometió tasas de crecimiento del 4 por ciento anual y que, ante el fracaso de sus promesas, prefiere negar la realidad que asumir el costo de sus mentiras.
En materia económica, amigos de Morena, están moral y técnicamente derrotados, porque el poder político no se ha separado del económico, como señaló el titular del Ejecutivo, toda vez que el hombre más rico de este país palomeó precisamente la política económica presentada por el presidente.
Y si hablamos de seguridad pública, las cosas pintan para mucho peor. No sólo porque violentando el mandato constitucional, la política de seguridad pública se militarizó, sino porque, además, hoy como nunca México vive las consecuencias de un presidente que no valoró a la policía federal y que permite que se veje, qu se degrade y agreda a nuestro heroico Ejército Mexicano.
El resultado está a la vista y lo sienten en el alma los millones de mexicanos golpeados impunemente por la violencia. Los homicidios dolosos, los feminicidios, los robos con violencia, las extorsiones, los secuestros y las masacres ocurren con más frecuencia que nunca antes, por la negligencia y los titubeos de un gobierno que un día pide a las mamás de los delincuentes los metan en orden y al siguiente establece negociaciones con grupos delictivos.
La estrategia de seguridad es un desastre. Trágicamente, los abrazos que le da el gobierno a la delincuencia, se devuelven como balazos en contra de la sociedad.
En suma, la seguridad pública, la justicia, la certeza jurídica y la legalidad son los grandes enemigos de este gobierno que todos los días, sin tregua ni descanso, hace pedazos nuestro incipiente Estado de Derecho, y en una evidente regresión autoritaria el gobierno pasa por encima de la ley bajo el manto protector de una popularidad comprada con programas clientelares, manipulación de la información pública y altas dosis de opacidad y autoritarismo.
Las mujeres, invisibilizadas del discurso presidencial y violentadas como nunca.
Las personas con discapacidad, negados por el gobierno y sin políticas públicas que los atiendan.
Los indígenas, aplastados por la imposición de obras absurdas y antiecológicas como el Tren Maya, condenados a la explotación y el olvido.
Los jóvenes, reducidos a clientela a la que hay que regalarle dinero, mientras sus familiares sufren o mueren por falta de medicamento en los hospitales.
Los empresarios, violentados en el discurso y en los hechos, porque para el populismo el emprendimiento y la superación son despreciables.
Y en México, nuestro querido México, condenado a la violencia, a la impunidad, al desempleo, a la falta de inversión, al demagogia y al autoritarismo, por culpa de un gobierno incompetente, incapaz, ineficaz e indolente que no informa, ni transforma, pero todo, todo lo deforma.
México merece mucho más, México merece algo mejor.
Es cuanto, senadora presidenta.
ooOoo