La presencia en México de miles de personas provenientes de Honduras y otros países centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos para pedir refugio ante la violencia, inseguridad y pobreza que padecen en sus países de origen, ha desatado una gran polémica sobre el trato que nuestro país debe brindarles.
De los más de 7 mil migrantes que integran la caravana, aproximadamente 2 mil son niños y niñas, que requieren atención y ayuda humanitaria en salud, alimentación y condiciones sanitarias La sociedad mexicana ha brindado ayuda solidaria y apoyo a los migrantes durante su tránsito, aunque también ha habido expresiones de xenofobia y rechazo, particularmente dentro de las redes sociales.
Recientemente el Senado exhortó al Gobierno Federal, a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados y a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas a buscar una solución permanente para los solicitantes de refugio, de acuerdo con el derecho internacional y las leyes mexicanas, así como dotar de recursos extraordinarios a los estados por los que transite la caravana y al Instituto Nacional de Migración.
Surgen diversas preguntas: ¿Quién promueve y financia esta caravana? ¿Qué puede suceder si finalmente Trump cierra la frontera con México? ¿Qué opciones pueden brindarse realmente a los migrantes para atender el grave problema humano en que se encuentran?
Para Trump la caravana migrante es un excelente pretexto para vociferar sobre la seguridad nacional amenazada y los riesgos que los extranjeros representan para su país, y no ha dudado en calificarlos como delincuentes y terroristas, fortaleciendo con ello la simpatía de toda su base electoral.
La política de mano dura del presidente estadounidense le ha permitido alcanzar los porcentajes de aprobación más altos desde enero de 2017, lo cual le resulta sumamente conveniente para las elecciones legislativas del próximo 6 de noviembre, que hace apenas algunas semanas parecían serle adversas.
Senadora de la República
Colaboradora del Diario de Querétaro